CUENTOS FOLKLÓRICOS
El
folklore español se caracteriza por su gran diversidad y riqueza gracias a la influencia
de las diversas civilizaciones que han convivido en la península a lo largo de
la historia. El folklore ha sido durante mucho tiempo una serie de actividades
que fueron claves para desencadenar relaciones entre las personas, orientadas a
la diversión y el entretenimiento.
Se
entiende como folklore: Una ciencia dedicada al conocimiento, al saber de los
saberes del pueblo. (Velasco Maillo, 2011)
Pero
con el tiempo este término ha sufrido varias interpretaciones. Se ha ido
cargando de ambigüedad y hoy Folklore se entiende como la ciencia y el objeto a
la vez, es decir, el saber del pueblo y la
ciencia que lo estudia.
Pozo
Nuevo (2006) nos dice que cuando se habla de folklore no hay que olvidar que es
un proceso, que varía y se adapta a las necesidades sociales del momento,
siendo enriquecido por la relación y el intercambio entre unos y otros.

La
tradición oral nos da la oportunidad de planificar clases más activas,
instructivas, educativas y divertidas para los niños y niñas que nos acompañan
en este proceso.
No
tenemos que ir muy lejos, tampoco tenemos que invertir mayores recursos
materiales y económicos, puesto que sólo necesitamos el recurso humano que está
disponible en nuestras aulas: los alumnos, sus familias y la comunidad. Éste
puede ser un proyecto que una a las familias y a la escuela por un bien común:
el fortalecimiento de la educación, la identidad y la autoestima de los niños y
de las niñas.
El folklore en
educación infantil según Díaz (2002) va a desarrollar en los niños las siguientes
destrezas:
-
Reconocimiento
de nuestro propio cuerpo y su delimitación en el espacio.
-
Reconocimiento
del otro y el respeto a sus límites.
-
Reconocimiento
del entorno y de los recursos que nos sirven de provecho.
Hidalgo (2008) dice
que como maestros debemos transmitir el folklore, ya que una de las funciones
de la escuela es la transmisión de la herencia social.
La educación debe de
partir de las vivencias autóctonas y las raíces donde se asienta, abarcando
distintas actividades folklóricas integrándolas en el proceso de enseñanza
aprendizaje, enriqueciendo así al maestro, a los alumnos y a la comunidad.

Según Arévalo (2009)
la escuela funciona como un transmisor del folklore y los profesores son el
medio utilizado para dar a conocer dicho folklore a su alumnado. Para ello es
necesario despertar el interés de los alumnos, creando interés en el docente
por la investigación y experimentación del folklore.
Mi elección de textos folklóricos es
la siguiente:
-
Issunboshi.
-
La
grulla agradecida.
-
La
esmeralda encantada.
He elegido dos cuentos de origen japonés,
porque me parecía interesante y bonito, los contrastes que se pueden hacer de
un cuento en culturas diferentes, como podría ser en el caso de Issunboshi, que
en España seria “Pulgarcito”; y las distintas formas en las que se puede dar la
vuelta a una historia y seguir diferentes caminos.
La narración sera oral y el contexto en el que se realizará, es en el aula o en un espacio adaptado y especializado para los libros y su narración.
El rango de edad que he elegido para
estos cuentos ha sido, entre los 6 a los 8 años; es decir, válidos durante la última
etapa del segundo ciclo de infantil, y para el primer curso de primaria.
Puesto que a partir de los 6
ó 7 años se produce un cambio importante en la inteligencia del niño, pues
disminuye paulatinamente el egocentrismo infantil, sustituido poco a poco, por
un sentido crítico en constante aumento.
Los estudios del desarrollo cognitivo de J. Piaget,
describen que este es un período en que se desarrolla la capacidad del niño de
pensar; el desarrollo alcanzado también le permite una
flexibilidad del pensamiento, manifestada por la posibilidad de que las
operaciones mentales sean reversibles, lo que facilita, por ejemplo, el
aprendizaje de las matemáticas o la compresión de símbolos y significados.
El niño/a puede fijar su atención en aspectos de la realidad que son predecibles, lo que le ofrece estabilidad, aumentando su capacidad de aprender. Podrá fijar su atención para obtener información, descubrir y entender las cosas que les suceden a los otros, entendiendo sus puntos de vista.
El niño/a puede fijar su atención en aspectos de la realidad que son predecibles, lo que le ofrece estabilidad, aumentando su capacidad de aprender. Podrá fijar su atención para obtener información, descubrir y entender las cosas que les suceden a los otros, entendiendo sus puntos de vista.
Otro de los hechos importantes es la aparición de los sentimientos superiores. Dentro de ellos, aparecen aquellos como la solidaridad, la bondad, el cooperativismo, la lealtad, la amistad, entre muchos otros que le ayudan a conformar su propia personalidad.
Nélida García Márquez (1986) señala que la lectura y la
escritura confieren autonomía al niño y le proponen modelos de identificación y
proyección, distintos a los dados en la familia, el acceso a este aprendizaje
requiere que el niño acepte internamente otra fuente de información que no sean
sus padres.
Issunboshi
Erase una vez un
viejecito y una viejecita, que nunca pudieron tener hijos, y esto les ponía muy
tristes, tanto que le pidieron a los dioses que les dieran un niño:
“Aunque no fuese más grande que el tamaño de
un dedo, estaríamos contentos.”
Y un día, tuvieron un bebe igual de grande que un dedo; pero el viejecito y la
viejecita estaban muy contentos, después del tiempo habían esperado. Al bebé lo llamaron “Issunboshi”, que en
japonés quiere decir pequeño y chiquitito, y le cuidaron con mucho cariño.
Los años pasaban pero
Issunboshi no crecía. A los tres años de edad, a los cinco, a los diez, siempre
tenía la misma talla que tuvo el día que nació, es decir, la talla de un dedo.
Sus papás se preocupaban mucho por esto. Le daban montones y montones de
comida, pero Issunboshi no crecía ni un pelo.
Tan pequeñito era Issunboshi que no podía ayudar a la viejecita en las tareas
de la casa, ni tampoco en el campo con el viejecito, ya que Issunboshi
solamente podía llevar una brizna de hierba cada vez.
Pero Issunboshi era un cantante
y un bailarín fantástico, pero a pesar de esto se sentía mal al no poder ayudar
mucho a sus padres. Además, los otros niños del pueblo siempre se reían de él y
le burlaban, llamándole enanito.
Todo esto le ponía muy
triste, por lo que decidió dejar la aldea y ver el mundo.
Le dijo al viejecito y la viejecita: “He decidido ir a la
capital para buscar un trabajo.”
El viejecito y la viejecita se sentían tristes al oír esto, pero le dieron un
cuenco de sopa, un palillo de comer, y una aguja de coser, y le desearon buena
suerte.
Issunboshi se puso el cuenco de sopa como sombrero, la aguja
como espada atada en la cintura y el palillo como bastón para caminar, y se
fue.
Caminó y caminó pero la capital estaba aún muy lejos. En medio
camino se encontró con un una hormiga y le preguntó si la ciudad estaba aún
lejos.
La hormiga contestó:
“Vaya a través los dientes de león,
después cruce el campo de girasoles,
y siga hacia el río.”
Issunboshi le dio gracias a la hormiga y caminó entre los dientes de león y los
girasoles hasta llegar al río.
Allí, el cuenco de sopa
que usaba como sombrero se convirtió ahora a barco y el palillo para andar le
sirvió para remar, e inmediatamente Issunboshi comenzó a navegar sobre el río.
Finalmente Issunboshi,
avistó a lo lejos la capital; ésta era muy grande, llena de gente siempre muy
ocupada. Para Issunboshi, era un sitio muy peligroso, ya que en cualquier momento
alguien podría pisarle sin ni darse cuenta. Issunboshi pensó que tendría que
tener mucho cuidado, y que sería mejor caminar por calles menos transitadas.
Mientras paseaba se topó
con una enorme mansión; era la residencia de un rico y poderoso señor.
Issunboshi, que ya estaba muy cansado, entró al portal y llamó:
“¡Por favor! ¿Hay alguien?”
Un hombre se asomó pero no vio al pequeño Issunboshi y volvió murmurando:
“¡Vaya! Pensé que oí alguien pero no hay nadie”
Otra vez Issunboshi llamó: “Aquí estoy, al lado de los zapatos.”
El hombre miró hacia los zapatos y por fin vio a Issunboshi. Jamás había visto
alguien tan pequeño. El hombre se agachó, recogió a Issunboshi, le puso en la mano
y le observó con gran interés.

Issunboshi empezó
entonces a vivir en la gran casa del señor, como ayudante de la princesa:
cuando ella leía, él daba la vuelta a
las páginas; cuando ella practicaba la caligrafía, él le hacía la tinta.
Issunboshi siempre permanecía al lado de la princesa, y ella siempre le llevaba
donde fueran.
Un día regresando a casa después de dar un paseo por el bosque,
un ogro apareció entre las sombras e intentó secuestrar a la princesa. Pero
Issunboshi la acompañaba y en voz alta exclamó: “¡Déjala en paz! ¡Yo,
Issunboshi, estoy aquí! ¡Cuídate, maldito!”
-“¿Tú, enanito? ¿Qué me vas a hacer, morderme el tobillo? ¡Te comeré,
Ñam!- Y, se lo tragó.
Pero Issunboshi era muy valiente y no se dejó comer; le hincó la
aguja en el estómago y siguió hincándole con todas sus fuerzas mientras subía por
la garganta.
El ogro gritaba: “¡Ay,
ay!”. Pero Issunboshi no paró hasta que por fin dio un salto desde la boca, y
salió del ogro. El ogro asustado salió corriendo de nuevo hacia el bosque, pero
por el camino se le cayó, un martillo mágico.
Issunboshi no sabía que era aquello, pero la princesa se lo
explicó:
“Ésto es un martillo
mágico. Con solamente sacudirlo, cualquier deseo que tengas se cumplirá.”
La princesa decidió agradecerle su valentía, y le preguntó a
Issunboshi:
“¿Cuál es tu deseo?”
E Issunboshi, contestó inmediatamente: “Mi deseo es ser grande.”
La princesa sacudió el martillo mágico y recitó las palabras:
“Grande, grande.
Que el pequeñito Issunboshi
Se haga más grande.”
Issunboshi empezó a crecer y crecer, y pronto delante de la princesa había un
hombre joven encantador.
Cuando llegaron a la gran casa, la princesa le contó a su padre, el gran señor,
las hazañas de Issunboshi y su transformación. El señor, agradecido, le dio
permiso a su hija para casarse con Issunboshi, y estos invitaron al viejecito y
a la viejecita a la capital para celebrar la boda. Todos finalmente fueron muy
felices.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
CAMBIOS:
- - Adaptar el vocabulario y las oraciones, para
hacerlos más comprensibles.
- - Añadir vocabulario diferente pero fácil de
entender y coherente.
PREGUNTAS PARA DESPUÉS DEL CUENTO:
- - ¿Alguna vez os habéis sentido mal por no poder ayudar a vuestros padres con alguna tarea?
- - ¿Está bien burlarse de una persona?
- - ¿Creéis que los otros niños se burlaban de Issunboshi porque es diferente?
- - ¿Consideráis a Issunboshi valiente?
- - ¿Creéis que las apariencias engañan?
- - ¿Issunboshi se rinde o nunca se da por vencido?
- - ¿Creéis que por ser Issunboshi muy pequeño, lo grandes no lo respetan?
La grulla agradecida
Erase una vez, un joven
que vivía solo en una casita al lado del bosque. Un día de regreso a casa,
durante un día de invierno bastante ventoso, oyó un ruido extraño. Se puso a
caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una
grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha le atravesaba el
ala, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado.
La grulla, ya libre,
voló hacia el cielo y desapareció y el joven volvió a casa.
Pero esa misma noche, en
la puerta sonó un frap-frap-frap. “¿Quién será, a esta hora y con esta
ventisca?” pensó él. Qué sorpresa que al abrir la puerta, encontró a una joven
y hermosa mujer. Ella le dijo que no podía encontrar el camino a su casa por la
ventisca, y le pidió por favor descansar
en su casa, hasta que el temporal amainase; el joven acepto con mucho
gusto; y ella se quedó hasta el
amanecer, y también el día siguiente.
Tan dulce y humilde era
la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a
pesar de su pobreza, eran felices. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan
contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin
dinero y comida, tan pobres como siempre.
Un día, para poder
ayudar un poco, la mujer decidió hacer un tejido para venderlo después, por
ello el joven le construyó un telar en una habitación de la casa. Pero antes de
empezar su trabajo ella pidió a su marido prometerla nunca entrar a la
habitación. Él lo prometió. Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y
sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer por fin salió, le
presento a su marido un tejido perfecto y hermoso, para venderlo y conseguir
dinero; y así lo hicieron.
El dinero les duró uno
meses pero todavía seguía el invierno y no tenían con que comprar comida y
ropa. Debido a esto la mujer se puso a tejer de nuevo, y otra vez su marido le
prometió no entrar al cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella,
viéndose peor que la otra vez , salió del cuarto y le dio a su marido un tejido
tan maravilloso que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente
para dos inviernos duros.
Desafortunadamente el joven
quería ganar más dinero y se convirtió en un hombre avaro. Atormentado tanto
por el deseo de ser rico como por los vecinos que siempre le preguntaban, cómo
se podía tejer sin comprar hilo. La mujer pensaba que tenían suficiente dinero
y que no necesitaban más, pero el avaricioso marido no dejaba de insistirla a
que trabajara. Y finalmente, después de recordarle a su marido la promesa, la
mujer se metió en el cuarto a trabajar.
Esta vez la curiosidad
no le dejaba al hombre en paz. Ignorando su promesa, fue al cuarto donde su
señora trabajaba y abrió un poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio le
hizo escapar un grito. Manejando el telar estaba no su señora sino una hermosa
grulla, la cual de sus propias plumas, que se iba arrancando, hacia un tejido
maravilloso.
Al oírle gritar, la
grulla se dio cuenta de que alguien la
miraba y dejó de trabajar, de repente se volvió a transformar en mujer; y entonces,
ella le explicó su historia, que ella era esa grulla la cual él ayudó y que,
agradecida, se convirtió en mujer, y que empezó a tejer para ayudarle a no ser
pobre, esto a pesar del sacrificio que le costaba tejer con las plumas de su
propio cuerpo.
Pero, ahora que él sabía
su secreto, tendrían que dejar de estar juntos. Al oír esto, el prometió no
volver a desconfiar de ella y se disculpó por forzarla a trabajar, para ganar
dinero. Ella finalmente le perdonó y decidió quedarse como mujer para siempre.
Y los dos vivieron felices.
Colorín colorado este cuento se ha acabado.
CAMBIOS:
He modificado el final ya que la historia tiene un final
triste y al romper su confianza ella se va. He decidido cambiarlo, porque considero
por un lado que la curiosidad no es mala y por otro lado, que él se da cuenta
de lo que había hecho y pide perdón.
PREGUNTAS:
- - ¿Alguna vez habéis ayudado a alguien que lo estuviera pasando mal como la grulla?
- - ¿Damos las gracias cuando nos ayudan o pedimos perdón cuando no equivocamos?
- - ¿Seriáis capaces de ayudar tanto a una persona como hizo la grulla?
- - ¿Habéis ayudado a alguna persona o a alguna animal sin conseguir nada a cambio?
La esmeralda encantada
Hace muchos,
muchos años, hubo una vez un niño que solía jugar debajo de un gran pino
cercano a su casa.
Después de
cada lluvia, alrededor del árbol brotaban muchos hongos alineados en forma de
círculo, que servían de asiento a un grupo de pequeños gnomos, tan chiquitos
como muñequitos, pero capaces de hacer cosas maravillosas. Al poco tiempo de
conocerse, el muchacho y los gnomos ya eran grandes amigos.
Francisco,
que así se llamaba el niño, mantenía en secreto esa amistad, porque la gente no
suele creer en los gnomos, pero se divertía mucho con ellos.
Pero llegó
el invierno y el padre del muchacho decidió hacer leña de ese pino. Francisco
le suplicó que no cortara ese árbol, ya que era el hogar de sus extraños
amigos. El padre aceptó no cortarlo con la condición de que Francisco se
ocupara de conseguir la leña para la casa durante todo el invierno.
El chico
pasó ese invierno trabajando muy duro, recorriendo la comarca y juntando leña
para cumplir la promesa que salvaría al pino; y el padre finalmente cumplió la
suya.
Llegada la
primavera los gnomos se enteraron del sacrificio realizado por Francisco para
salvar su viejo árbol y decidieron recompensarlo regalándole una cadena de oro
con una gran esmeralda.
Esta piedra
-le dijeron- tiene poderes mágicos que te darán toda la felicidad; mientras la
lleves en el cuello serás amado, conseguirás para ti todo lo que quieras y llegarás
a ser inmensamente rico, pero para el resto de los hombres sólo será una
piedra; muy valiosa, pero sin esos poderes.
Muy pronto
Francisco comprobó la verdad de esas palabras: tenía cuanto deseaba y todo lo
que buscaba lo encontraba sin ningún esfuerzo, aunque como no deseaba riquezas,
poco uso le daba a su esmeralda encantada.
Pero ese
verano hubo una gran sequía y el hambre se apoderó de hombres y animales,
porque se perdieron todas las cosechas.
Francisco
intentó solucionar esos males con su piedra encantada, pero todo fue en vano;
sus poderes sólo actuaban para él, pero no para los demás. Podría salvarse del
hambre y la miseria, pero nunca ayudar a su familia y amigos.
Rápidamente
corrió hasta la ciudad más cercana, vendió la piedra por la cual le dieron una
fortuna, y volvió a su comarca con una enorme carreta cargada de alimentos,
ropas y hasta grano para los animales. Y para que nadie se enterara de que
había sido él quien había comprado todo eso, lo fue dejando en frente a las
casas de noche sin que lo vieran.
A la mañana
siguiente todos encontraron los grandes paquetes frente a sus puertas y fue
como un día de reyes. Hubo alegría y alivio, aunque nadie sabía a quién darle
las gracias.
Pero Francisco
estaba preocupado porque tendría que confesar a sus amigos, los gnomos, que había
tenido que vender la maravillosa piedra que le habían regalado.
Finalmente
se lo dijo, lo hizo con un poco de miedo, pensando que se enojarían.
Pero los
gnomos comprendieron que Francisco no necesitaba una piedra encantada para ser
feliz, le bastaba con su propia bondad. Por eso le hicieron otro obsequio; esta
vez le dieron un anillo hecho con la madera del pino, para que él los llamara
en caso de que los necesitase, el o los suyos. Y le dieron las gracias por
saber compartir todo cuanto tenia con los suyos.
CAMBIOS:
- - He cambiado
el final para que la historia sea más entendible y para que no den un mensaje
moralizante al final cuento, como ocurre en la versión que yo he leído.
- - En vez de un
anillo le dan un pañuelo: “Ese pañuelo -tan parecido
al que usan los escuchas- le recordaría siempre que de nada valen las riquezas
ni la propia felicidad cuando no se las puede compartir, que lo que se consigue
sin esfuerzo carece de verdadero valor y que el amor al prójimo es la mayor
alegría que alguien puede gozar, porque no hay felicidad más linda que dar
felicidad.”
PREGUNTAS:
- ¿Si tuvierais la esmeralda mágica que haríais?
- ¿Conocéis a personas avariciosas?
- ¿Creéis que es mejor compartir o quedártelo para ti?
- ¿Por qué se esforzó tanto Francisco para que su padre no talara el árbol?
REFERENCIAS:
ciudadseva.com
cuentosinfin.com
funjdiaz.net
wikipedia.org
psicodiagnosis.es
EL FOLKLORE EN EDUCACIÓN INFANTIL ( Mª del Rosario Castañón Rodríguez)