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jueves, 20 de abril de 2017

CUENTOS FOLKLÓRICOS

El folklore español se caracteriza por su gran diversidad y riqueza gracias a la influencia de las diversas civilizaciones que han convivido en la península a lo largo de la historia. El folklore ha sido durante mucho tiempo una serie de actividades que fueron claves para desencadenar relaciones entre las personas, orientadas a la diversión y el entretenimiento.

Se entiende como folklore: Una ciencia dedicada al conocimiento, al saber de los saberes del pueblo. (Velasco Maillo, 2011)
Pero con el tiempo este término ha sufrido varias interpretaciones. Se ha ido cargando de ambigüedad y hoy Folklore se entiende como la ciencia y el objeto a la vez,  es decir, el saber del pueblo y la ciencia que lo estudia.

Pozo Nuevo (2006) nos dice que cuando se habla de folklore no hay que olvidar que es un proceso, que varía y se adapta a las necesidades sociales del momento, siendo enriquecido por la relación y el intercambio entre unos y otros.

La tradición oral es un instrumento útil para adentrarnos más allá en el pasado, en los pueblos que conformaban nuestro país. A través de la tradición oral, podemos llegar al cuerpo y corazón de culturas diferentes a la nuestra. Sólo el conocimiento de nuestras culturas y costumbres nos ayudará a comprendernos mejor. Además, podemos adquirir conocimientos prácticos y útiles para la vida diaria.

La tradición oral nos da la oportunidad de planificar clases más activas, instructivas, educativas y divertidas para los niños y niñas que nos acompañan en este proceso.
No tenemos que ir muy lejos, tampoco tenemos que invertir mayores recursos materiales y económicos, puesto que sólo necesitamos el recurso humano que está disponible en nuestras aulas: los alumnos, sus familias y la comunidad. Éste puede ser un proyecto que una a las familias y a la escuela por un bien común: el fortalecimiento de la educación, la identidad y la autoestima de los niños y de las niñas.
El folklore en educación infantil según Díaz (2002) va a desarrollar en los niños las siguientes destrezas:  
-         Reconocimiento de nuestro propio cuerpo y su delimitación en el espacio.
-         Reconocimiento del otro y el respeto a sus límites.
-         Reconocimiento del entorno y de los recursos que nos sirven de provecho.
Hidalgo (2008) dice que como maestros debemos transmitir el folklore, ya que una de las funciones de la escuela es la transmisión de la herencia social.
La educación debe de partir de las vivencias autóctonas y las raíces donde se asienta, abarcando distintas actividades folklóricas integrándolas en el proceso de enseñanza aprendizaje, enriqueciendo así al maestro, a los alumnos y a la comunidad.
Desde la escuela tenemos que inculcar la importancia del folklore. En educación infantil esto va a ser fácil ya que la música y el juego forman parte del desarrollo madurativo de los niños.
Según Arévalo (2009) la escuela funciona como un transmisor del folklore y los profesores son el medio utilizado para dar a conocer dicho folklore a su alumnado. Para ello es necesario despertar el interés de los alumnos, creando interés en el docente por la investigación y experimentación del folklore.

Mi elección de textos folklóricos es la siguiente:
-         Issunboshi.
-         La grulla agradecida.
-         La esmeralda encantada.

He elegido dos cuentos de origen japonés, porque me parecía interesante y bonito, los contrastes que se pueden hacer de un cuento en culturas diferentes, como podría ser en el caso de Issunboshi, que en España seria “Pulgarcito”; y las distintas formas en las que se puede dar la vuelta a una historia y seguir diferentes caminos.

La narración sera oral y el contexto en el que se realizará, es en el aula o en un espacio adaptado y especializado para los libros y su narración.
El rango de edad que he elegido para estos cuentos ha sido, entre los 6 a los 8 años; es decir, válidos durante la última etapa del segundo ciclo de infantil, y para el primer curso de primaria.

Puesto que a partir de los 6 ó 7 años se produce un cambio importante en la inteligencia del niño, pues disminuye paulatinamente el egocentrismo infantil, sustituido poco a poco, por un sentido crítico en constante aumento.

Los estudios del desarrollo cognitivo de J. Piaget, describen que este es un período en que se desarrolla la capacidad del niño de pensar; el desarrollo alcanzado también le permite una flexibilidad del pensamiento, manifestada por la posibilidad de que las operaciones mentales sean reversibles, lo que facilita, por ejemplo, el aprendizaje de las matemáticas o la compresión de símbolos y significados.

El niño/a puede fijar su atención en aspectos de la realidad que son predecibles, lo que le ofrece estabilidad, aumentando su capacidad de aprender. Podrá fijar su atención para obtener información, descubrir y entender las cosas que les suceden a los otros, entendiendo sus puntos de vista.

Otro de los hechos importantes es la aparición de los sentimientos superiores. Dentro de ellos, aparecen aquellos como la solidaridad, la bondad, el cooperativismo, la lealtad, la amistad, entre muchos otros que le ayudan a conformar su propia personalidad.

Nélida García Márquez (1986) señala que la lectura y la escritura confieren autonomía al niño y le proponen modelos de identificación y proyección, distintos a los dados en la familia, el acceso a este aprendizaje requiere que el niño acepte internamente otra fuente de información que no sean sus padres.



Issunboshi

Erase una vez un viejecito y una viejecita, que nunca pudieron tener hijos, y esto les ponía muy tristes, tanto que le pidieron a los dioses que les dieran un niño:
 “Aunque no fuese más grande que el tamaño de un dedo, estaríamos contentos.”

Y un día, tuvieron un bebe igual de grande que un dedo; pero el viejecito y la viejecita estaban muy contentos, después del tiempo habían esperado.  Al bebé lo llamaron “Issunboshi”, que en japonés quiere decir pequeño y chiquitito, y le cuidaron con mucho cariño.

Los años pasaban pero Issunboshi no crecía. A los tres años de edad, a los cinco, a los diez, siempre tenía la misma talla que tuvo el día que nació, es decir, la talla de un dedo. Sus papás se preocupaban mucho por esto. Le daban montones y montones de comida, pero Issunboshi no crecía ni un pelo.
Tan pequeñito era Issunboshi que no podía ayudar a la viejecita en las tareas de la casa, ni tampoco en el campo con el viejecito, ya que Issunboshi solamente podía llevar una brizna de hierba cada vez.

Pero Issunboshi era un cantante y un bailarín fantástico, pero a pesar de esto se sentía mal al no poder ayudar mucho a sus padres. Además, los otros niños del pueblo siempre se reían de él y le burlaban, llamándole enanito.
Todo esto le ponía muy triste, por lo que decidió dejar la aldea y ver el mundo.
Le dijo al viejecito y la viejecita: “He decidido ir a la capital para buscar un trabajo.”

El viejecito y la viejecita se sentían tristes al oír esto, pero le dieron un cuenco de sopa, un palillo de comer, y una aguja de coser, y le desearon buena suerte.

Issunboshi se puso el cuenco de sopa como sombrero, la aguja como espada atada en la cintura y el palillo como bastón para caminar, y se fue.

Caminó y caminó pero la capital estaba aún muy lejos. En medio camino se encontró con un una hormiga y le preguntó si la ciudad estaba aún lejos.
La hormiga contestó:

“Vaya a través los dientes de león,
después cruce el campo de girasoles,
y siga hacia el río.”


Issunboshi le dio gracias a la hormiga y caminó entre los dientes de león y los girasoles hasta llegar al río.

Allí, el cuenco de sopa que usaba como sombrero se convirtió ahora a barco y el palillo para andar le sirvió para remar, e inmediatamente Issunboshi comenzó a navegar sobre el río.
Finalmente Issunboshi, avistó a lo lejos la capital; ésta era muy grande, llena de gente siempre muy ocupada. Para Issunboshi, era un sitio muy peligroso, ya que en cualquier momento alguien podría pisarle sin ni darse cuenta. Issunboshi pensó que tendría que tener mucho cuidado, y que sería mejor caminar por calles menos transitadas.
Mientras paseaba se topó con una enorme mansión; era la residencia de un rico y poderoso señor.
Issunboshi, que ya estaba muy cansado, entró al portal y llamó:
“¡Por favor! ¿Hay alguien?”
Un hombre se asomó pero no vio al pequeño Issunboshi y volvió murmurando:

“¡Vaya! Pensé que oí alguien pero no hay nadie”

Otra vez Issunboshi llamó: “Aquí estoy, al lado de los zapatos.”
El hombre miró hacia los zapatos y por fin vio a Issunboshi. Jamás había visto alguien tan pequeño. El hombre se agachó, recogió a Issunboshi, le puso en la mano y le observó con gran interés.

Tan curioso le pareció Issunboshi que fue a enseñárselo a la princesa. Allí, Issunboshi deleito a la princesa con sus bailes y sus canciones con tanta gracia que todos en el cuarto se divirtieron con él. En particular a la princesa le gustó tanto que decidió mantenerle siempre con ella.

Issunboshi empezó entonces a vivir en la gran casa del señor, como ayudante de la princesa: cuando ella leía, él daba la  vuelta a las páginas; cuando ella practicaba la caligrafía, él le hacía la tinta. Issunboshi siempre permanecía al lado de la princesa, y ella siempre le llevaba donde fueran.






Un día regresando a casa después de dar un paseo por el bosque, un ogro apareció entre las sombras e intentó secuestrar a la princesa. Pero Issunboshi la acompañaba y en voz alta exclamó: “¡Déjala en paz! ¡Yo, Issunboshi, estoy aquí! ¡Cuídate, maldito!”

El ogro, al ver al pequeñito Issunboshi, comenzó a reír:

-“¿Tú, enanito? ¿Qué me vas a hacer, morderme el tobillo? ¡Te comeré, Ñam!- Y, se lo tragó.

Pero Issunboshi era muy valiente y no se dejó comer; le hincó la aguja en el estómago y siguió hincándole con todas sus fuerzas mientras subía por la garganta.
El ogro gritaba: “¡Ay, ay!”. Pero Issunboshi no paró hasta que por fin dio un salto desde la boca, y salió del ogro. El ogro asustado salió corriendo de nuevo hacia el bosque, pero por el camino se le cayó, un martillo mágico.
Issunboshi no sabía que era aquello, pero la princesa se lo explicó:
 “Ésto es un martillo mágico. Con solamente sacudirlo, cualquier deseo que tengas se cumplirá.”

La princesa decidió agradecerle su valentía, y le preguntó a Issunboshi:
“¿Cuál es tu deseo?”
E Issunboshi, contestó inmediatamente: “Mi deseo es ser grande.”


La princesa sacudió el martillo mágico y recitó las palabras:

“Grande, grande.
Que el pequeñito Issunboshi

Se haga más grande.”

Issunboshi empezó a crecer y crecer, y pronto delante de la princesa había un hombre joven encantador.
Cuando llegaron a la gran casa, la princesa le contó a su padre, el gran señor, las hazañas de Issunboshi y su transformación. El señor, agradecido, le dio permiso a su hija para casarse con Issunboshi, y estos invitaron al viejecito y a la viejecita a la capital para celebrar la boda. Todos finalmente fueron muy felices.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

CAMBIOS:

-       -   Adaptar el vocabulario y las oraciones, para hacerlos más comprensibles.
-       -   Añadir vocabulario diferente pero fácil de entender y coherente.

PREGUNTAS PARA DESPUÉS DEL CUENTO:

  1. -         ¿Alguna vez os habéis sentido mal por no poder ayudar a vuestros padres con alguna tarea?
  2. -         ¿Está bien burlarse de una persona?
  3. -         ¿Creéis que los otros niños se burlaban de Issunboshi porque es diferente?
  4. -         ¿Consideráis a Issunboshi valiente?
  5. -         ¿Creéis que las apariencias engañan?
  6. -         ¿Issunboshi se rinde o nunca se da por vencido?
  7. -         ¿Creéis que por ser Issunboshi muy pequeño, lo grandes no lo respetan?



La grulla agradecida


Erase una vez, un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. Un día de regreso a casa, durante un día de invierno bastante ventoso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha le atravesaba el ala, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado.

La grulla, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció y el joven volvió a casa.
Pero esa misma noche, en la puerta sonó un frap-frap-frap. “¿Quién será, a esta hora y con esta ventisca?” pensó él. Qué sorpresa que al abrir la puerta, encontró a una joven y hermosa mujer. Ella le dijo que no podía encontrar el camino a su casa por la ventisca, y le pidió por favor  descansar en su casa, hasta que el temporal amainase; el joven acepto con mucho gusto;  y ella se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente.

Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, eran felices. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre.

Un día, para poder ayudar un poco, la mujer decidió hacer un tejido para venderlo después, por ello el joven le construyó un telar en una habitación de la casa. Pero antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido prometerla nunca entrar a la habitación. Él lo prometió. Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer por fin salió, le presento a su marido un tejido perfecto y hermoso, para venderlo y conseguir dinero; y así lo hicieron.

El dinero les duró uno meses pero todavía seguía el invierno y no tenían con que comprar comida y ropa. Debido a esto la mujer se puso a tejer de nuevo, y otra vez su marido le prometió no entrar al cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose peor que la otra vez , salió del cuarto y le dio a su marido un tejido tan maravilloso que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros.

Desafortunadamente el joven quería ganar más dinero y se convirtió en un hombre avaro. Atormentado tanto por el deseo de ser rico como por los vecinos que siempre le preguntaban, cómo se podía tejer sin comprar hilo. La mujer pensaba que tenían suficiente dinero y que no necesitaban más, pero el avaricioso marido no dejaba de insistirla a que trabajara. Y finalmente, después de recordarle a su marido la promesa, la mujer se metió en el cuarto a trabajar.
Esta vez la curiosidad no le dejaba al hombre en paz. Ignorando su promesa, fue al cuarto donde su señora trabajaba y abrió un poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio le hizo escapar un grito. Manejando el telar estaba no su señora sino una hermosa grulla, la cual de sus propias plumas, que se iba arrancando, hacia un tejido maravilloso.
Al oírle gritar, la grulla  se dio cuenta de que alguien la miraba y dejó de trabajar, de repente se volvió a transformar en mujer; y entonces, ella le explicó su historia, que ella era esa grulla la cual él ayudó y que, agradecida, se convirtió en mujer, y que empezó a tejer para ayudarle a no ser pobre, esto a pesar del sacrificio que le costaba tejer con las plumas de su propio cuerpo.

Pero, ahora que él sabía su secreto, tendrían que dejar de estar juntos. Al oír esto, el prometió no volver a desconfiar de ella y se disculpó por forzarla a trabajar, para ganar dinero. Ella finalmente le perdonó y decidió quedarse como mujer para siempre. Y los dos vivieron felices. 
Colorín colorado este cuento se ha acabado.

CAMBIOS:

He modificado el final ya que la historia tiene un final triste y al romper su confianza ella se va. He decidido cambiarlo, porque considero por un lado que la curiosidad no es mala y por otro lado, que él se da cuenta de lo que había hecho y pide perdón.

PREGUNTAS:
  1. -         ¿Alguna vez habéis ayudado a alguien que lo estuviera pasando mal como la grulla?
  2. -         ¿Damos las gracias cuando nos ayudan o pedimos perdón cuando no equivocamos?
  3. -         ¿Seriáis capaces de ayudar tanto a una persona como hizo la grulla?
  4. -         ¿Habéis ayudado a alguna persona o a alguna animal sin conseguir nada a cambio?



La esmeralda encantada 

Hace muchos, muchos años, hubo una vez un niño que solía jugar debajo de un gran pino cercano a su casa.
Después de cada lluvia, alrededor del árbol brotaban muchos hongos alineados en forma de círculo, que servían de asiento a un grupo de pequeños gnomos, tan chiquitos como muñequitos, pero capaces de hacer cosas maravillosas. Al poco tiempo de conocerse, el muchacho y los gnomos ya eran grandes amigos.
Francisco, que así se llamaba el niño, mantenía en secreto esa amistad, porque la gente no suele creer en los gnomos, pero se divertía mucho con ellos.
Pero llegó el invierno y el padre del muchacho decidió hacer leña de ese pino. Francisco le suplicó que no cortara ese árbol, ya que era el hogar de sus extraños amigos. El padre aceptó no cortarlo con la condición de que Francisco se ocupara de conseguir la leña para la casa durante todo el invierno.

El chico pasó ese invierno trabajando muy duro, recorriendo la comarca y juntando leña para cumplir la promesa que salvaría al pino; y el padre finalmente cumplió la suya.
Llegada la primavera los gnomos se enteraron del sacrificio realizado por Francisco para salvar su viejo árbol y decidieron recompensarlo regalándole una cadena de oro con una gran esmeralda.
Esta piedra -le dijeron- tiene poderes mágicos que te darán toda la felicidad; mientras la lleves en el cuello serás amado, conseguirás para ti todo lo que quieras y llegarás a ser inmensamente rico, pero para el resto de los hombres sólo será una piedra; muy valiosa, pero sin esos poderes.
Muy pronto Francisco comprobó la verdad de esas palabras: tenía cuanto deseaba y todo lo que buscaba lo encontraba sin ningún esfuerzo, aunque como no deseaba riquezas, poco uso le daba a su esmeralda encantada.
Pero ese verano hubo una gran sequía y el hambre se apoderó de hombres y animales, porque se perdieron todas las cosechas.
Francisco intentó solucionar esos males con su piedra encantada, pero todo fue en vano; sus poderes sólo actuaban para él, pero no para los demás. Podría salvarse del hambre y la miseria, pero nunca ayudar a su familia y amigos.
Rápidamente corrió hasta la ciudad más cercana, vendió la piedra por la cual le dieron una fortuna, y volvió a su comarca con una enorme carreta cargada de alimentos, ropas y hasta grano para los animales. Y para que nadie se enterara de que había sido él quien había comprado todo eso, lo fue dejando en frente a las casas de noche sin que lo vieran.
A la mañana siguiente todos encontraron los grandes paquetes frente a sus puertas y fue como un día de reyes. Hubo alegría y alivio, aunque nadie sabía a quién darle las gracias.
Pero Francisco estaba preocupado porque tendría que confesar a sus amigos, los gnomos, que había tenido que vender la maravillosa piedra que le habían regalado.
Finalmente se lo dijo, lo hizo con un poco de miedo, pensando que se enojarían.
Pero los gnomos comprendieron que Francisco no necesitaba una piedra encantada para ser feliz, le bastaba con su propia bondad. Por eso le hicieron otro obsequio; esta vez le dieron un anillo hecho con la madera del pino, para que él los llamara en caso de que los necesitase, el o los suyos. Y le dieron las gracias por saber compartir todo cuanto tenia con los suyos.

CAMBIOS:
-        -  He cambiado el final para que la historia sea más entendible y para que no den un mensaje moralizante al final cuento, como ocurre en la versión que yo he leído.
-        -  En vez de un anillo le dan un pañuelo: “Ese pañuelo -tan parecido al que usan los escuchas- le recordaría siempre que de nada valen las riquezas ni la propia felicidad cuando no se las puede compartir, que lo que se consigue sin esfuerzo carece de verdadero valor y que el amor al prójimo es la mayor alegría que alguien puede gozar, porque no hay felicidad más linda que dar felicidad.

PREGUNTAS:
  1. ¿Si tuvierais la esmeralda mágica que haríais?
  2. ¿Conocéis a personas avariciosas?
  3. ¿Creéis que es mejor compartir o quedártelo para ti?
  4. ¿Por qué se esforzó tanto Francisco para que su padre no talara el árbol?



REFERENCIAS:

ciudadseva.com
cuentosinfin.com
funjdiaz.net

wikipedia.org
psicodiagnosis.es
EL FOLKLORE EN EDUCACIÓN INFANTIL ( Mª del Rosario Castañón Rodríguez)







11 comentarios:

  1. Silvia, me ha gustado la elección de los cuentos que has realizado, me ha parecido curioso e interesante que dos de tus cuentos sean de origen japonés.
    A mí nunca se me habría ocurrido la idea de introducir textos de estas culturas en el aula y tu entrada me ha servido para aprender que es posible.
    Se hace notar que antes de escribir tu entrada te has informado en diversas fuentes, por ejemplo, cuando introduces citas de otros autores hablando del folclore en el aula.
    Me parecen adecuadas las edades que has elegido y como lo has justificado con el desarrollo psicológico del niño, pero hubiera preferido que hubieras adaptado los textos para edades más tempranas.
    Sigue así.

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  2. Hola Silvia!! Me ha gustado mucho tu comentario y me parece súper original que dos de tus cuentos sean japoneses. Has citado a diferentes autores y se nota que te has informado muy bien sobre el tema. Sin embargo pienso que las edades a las que van orientados deberían ser hacia niños más mayores, no los veo mucho en infantil la verdad.
    Sin embargo la calidad de tu comentario es excelente y gracias a él he aprendido bastantes cosas ya que la información posee una muy buena calidad.
    ¡Sigue así!

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  3. Hola Silvia, lo que más me ha gustado de tu publicación es la elección de los cuentos que has seleccionado. Me parecen cuentos que no son muy conocidos pero que podrían servir perfectamente para los niños de educación infantil y así que puedan entender las diversidades que hay en el mundo.
    Por otro lado también me gustan mucho las preguntas que has seleccionado para realizar en el aula tras contar cada cuento ya que son preguntas que hacen que los niños reflexionen ellos mismos, sin darles tú una respuesta ya establecida sobre lo que tienen que pensar del cuento.
    Estoy completamente de acuerdo en la edad a la que quieres dirigirlos y está muy bien explicado.
    Me ha gustado mucho tu entrada ya que hace que sienta más curiosidad por estos temas.
    Un saludo

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  4. Hola Silvia,
    Realmente te felicito por tu actividad. Me parece muy apropiada la manera en que sustentas tus argumentos con autores y fuentes de fiabilidad.
    Pero sin duda, lo que más me ha atraído de esta entrada es la elección que has hecho con los textos folclóricos, pues no conocía ninguno y me han parecido muy interesantes.
    Me resulta interesante los cambios que has planteado, además de las preguntas que has propuesto.
    No obstante, he echado de menos que hablaras sobre el contexto de lectura específicamente para cada uno de los textos y sobre la simbología que has apreciado en ellos.
    Un saludo.

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  5. Hola Silvia

    Quiero empezar diciendo que me ha gustado mucho la elección de cuentos que has hecho. Coincido contigo en que contar cuentos de otras culturas puede ser muy positivo para el aula, es una gran oportunidad de que los niños puedan experimentar en base a culturas diferentes.

    Considero que los cambios que propones para el primer cuento no serían necesarios, ya que no me parece una historia difícil de entender ni que utilice un vocabulario complicado. Las preguntas que planteas me parecen muy interesantes.

    Del segundo cuento me gusta mucho las preguntas que planteas para los niños. No conocía esa historia y la verdad es que me ha gustado.

    También me ha gustado leer el tercer cuento porque es uno de los que escuché en el cuentacuentos de la práctica de la actividad 3. Me parece un cuento muy bonito. Aunque como bien dices, tendría cuidado con el final para que no fuera moralizador. Las preguntas que propones me parecen muy interesantes, aunque la última yo no la utilizaría porque me parece una pregunta relacionada con la memoria más que con lo que hayan entendido los niños con la historia.

    En general, me parece que has realizado un buen trabajo y te doy mi enhorabuena. Sólo un par de recomendaciones: en primer lugar, que justifiques el texto (no el de los cuentos que está centrado), más por una cuestión de estética que otra cosa y en segundo lugar, que al final pongas los enlaces completos para que simplemente pinchando se puedan acceder a ellos, sería más cómodo por si alguien quiere utilizarlos.

    Un saludo y sigue así.

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